Ruth Bader Ginsburg, enorme respeto a la juez icono del Tribunal Supremo
Auténtica conmoción en Estados Unidos por la muerte, a los 87 años. de la juez Ruth Bader Ginsburg, profundamente admirada y querida. La mujer icono del Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Por encima de las etiquetas de conservadores y progresistas, que muchas veces son sólo clichés adjudicados de forma arbitraria, Ruth fue una mujer tremendamente justa, valiente, inteligente, y con voluntad de hierro para ser constructora de una sociedad más justa y digna. Una mujer ejemplar y memorable.
Nació en 1933 en Brooklyn en el seno de una modesta familia judía. Heredó el amor por los libros de su madre, una mujer con ambiciones intelectuales. Falleció cuando Ruth solo tenía 17 años pero le dejó una huella muy profunda.
“Mi madre me enseñó a ser una señorita. Para ella, eso significaba ser una misma y ser independiente”, decía la juez con su delicioso sentido del humor.
Hacer lo que la sociedad le vetó por ser mujer, estudiar y ser una profesional independiente, se convirtió en el eje de su proyecto de vida. Gracias a una beca pudo matricularse en Derecho en la universidad de Cornwell donde conoció a Martin Ginsburg, quien siempre admiró la brillantez de la mujer a la que amó y respetó de forma profunda.
Tras casarse se mudaron a Harvard para terminar los estudios de Derecho. Bader Ginsburg fue una de las nueve mujeres aceptadas ese curso entre más de 500 alumnos. Terminó la carrera a la vez que criaba a su primer hijo y asistía no sólo a sus clases sino también a las de su marido, a quien le fue diagnosticado un agresivo cáncer de próstata que logró superar.
Pese a su alta calificación personal, los despachos de abogados de Nueva York le dieron portazo. Se encaminó entonces a la enseñanza en la universidad de Rutgers.
En 1971, el Tribunal Supremo dictaminó por primera vez que tratar de forma diferente a un hombre y a una mujer era inconstitucional a partir de uno de sus demandas.
Motivada por las numerosas desigualdades que observó en su lugar de trabajo e inspirada por una estancia de trabajo em Suecia, empezó a trabajar para la Unión de Libertades Civiles de América, la reputada ACLU, donde fundó un departamento dedicado exclusivamente a los derechos de la mujer.
Bader Ginsburg elaboró los argumentos de infinidad de casos y defendió personalmente ante el Tribunal Supremo media docena de ellos con enfoques innovadores, apuntándose victorias históricas a lo largo de los años 70.
En 1980, el presidente Jimmy Carter la nombró juez de la Corte de Apelaciones, donde pasó 13 años. En 1993, Bill Clinton la propuso candidata al Tribunal Supremo, donde hasta entonces solo había una mujer. Su nombramiento recibió 96 votos a favor y solo uno en contra en el Senado.
Bader Ginsburg continuó ampliando su legado de defensa de la igualad de sexos, por ejemplo con la sentencia que en 1996 obligó a una academia militar de Virginia a aceptar a las mujeres.
La juez, de menuda talla física, redactó apasionadas notas de disentimiento que dispararon su popularidad entre las generaciones más jóvenes, poco familiarizadas con su historial. Pero impresionados con sus logros profesionales y su fortaleza física.
Un estudiante de Derecho la bautizó Notorious RBG, apodo que evoca el nombre de un rapero y por el que se la conocería los últimos años de su vida. Venció varios cánceres y hasta los 85 años nunca faltó a ninguna sesión del Tribunal Supremo. Tampoco tras la muerte de su marido en el 2010 después de 56 años de matrimonio.
La muerte de Bader Ginsburg imprime un nuevo giro a la campaña de las elecciones presidenciales de noviembre. El presidente Donald Trump presentó hace pocos días la lista de jueces conservadores que tiene preparada para cubrir tan pronto se produzca una baja en el Tribunal Supremo.
Antes de morir, la juez dictó una nota a su nieta Claire Spera con su última voluntad: “Mi más ferviente deseo es no ser sustituida hasta que un nuevo presidente tome posesión”.
“La vacante no debe llenarse hasta que no haya un nuevo presidente”, ha pedido el líder de los demócratas en el Senado, Chuck Schumer, que exige que los votantes “tengan voz” en la selección del nuevo juez.
El último párrafo del mensaje de condolencias del líder de la mayoría republicana, Mitch McConnell, advirtió que no piensan esperar a lo que ocurra en noviembre. “El candidato del presidente recibirá el voto del pleno del Senado”, afirma McConnell, que en el 2016 ya tomó una decisión sin precedentes, bloquear durante casi un año otro relevo en el Tribunal Supremo para dar tiempo a que llegara un presidente republicano alegando que era año electoral.
En un comunicado, el Tribunal Supremo informó que estaba “rodeada por su familia en su casa de Washington DC” y que su muerte fue consecuencia de un cáncer pancreático.
Ginsburg fue miembro del Tribunal Supremo durante más de 27 años.
"Nuestra nación ha perdido una jurista de magnitud histórica. En la Corte Suprema perdimos una valiosa colega. Hoy estamos de luto, pero con la confianza de que generaciones futuras recordarán a Ruth Bader Ginsburg como la conocíamos - una incansable y resuelta defensora de la Justicia”, sentenció el presidente del Tribunal Supremo, el juez John Roberts.