Joe Biden llamó a la unidad y a rechazar de forma tajante la manipulación
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Joe Biden y Kamala Harris fueron investidos presidente y vicepresidenta en una capital desierta y ocupada por el Ejército. Un escenario desde luego insólito en una jua presidencial y un traspaso de poderes en la historia de Estados Unidos.
En la tarde de este martes, además, se realizó una ceremonia de homenaje a las víctimas de la COVID-19 en el estanque reflectante del Monumento a Lincoln.
Las autoridades instaron a los residentes de Washington a quedarse en casa para seguir en las cadenas de televisión la ceremonia de toma de posesión del 46° presidente de los Estados Unidos. Se trataba de no correr riesgos con la epidemia de la COVID-19. También hicieron un llamamiento para que la gente no viajara desde otros estados a la capital.
Aunque quisieran seguir la investidura en directo, los ciudadanos de la capital se vieron disuadidos de hacerlo por el gigantesco despliegue de fuerzas de seguridad en la capital. Máximas medidas de seguridad por la invasión del Congreso del 6 de enero por seguidores del presidente saliente Donald Trump, en la que murieron cinco personas.
Protagonismo en la jura de Sonia Sotomayor, la figura más admirada por el Partido Demócrata en el Tribunal Supremo tras la muerte de la juez Ruth Bader Ginsburg. La vicepresidenta electa de Estados Unidos, Kamala Harris, juró su cargo con la ayuda de la juez Sonia Sotomayor, la primera magistrada hispana del Tribunal Supremo de los Estados Unidos.
Se quiso subrayar el momento histórico que ha supuesto la investidura de Kamala Harris, la primera mujer vicepresidenta de Estados Unidos, además de la primera mujer de raza negra y raíces asiáticas que llega a la Casa Blanca.
Por su parte, Joe Biden prestó juramento de su cargo ante el presidente del Tribubal Supremo, el juez de tendencia conservadora John Roberts. El juramento de ambos se basó en repetir la frase de Roberts y Sotomayor, y con la que Biden y Harris se comprometerán a ejercer sus puestos y a defender la Constitución.
Kamala Harris puso la mano encima de dos biblias, como es tradición en Estados Unidos. La primera biblia perteneció a una amiga de la familia de Kamala Harris, Regina Shelton. Y la segunda fue propiedad del fallecido juez Thurgood Marshall, que fue el primer afroamericano que formó parte del Tribunal Supremo y es uno de los grandes referentes de la vicepresidenta electa.
Joe Biden, por su parte, juró sobre la misma biblia que ha utilizado con ese fin durante toda su carrera política: un enorme tomo que es propiedad de su familia desde 1893, y que mide casi 13 centímetros de ancho. El presidente electo se apoyó por última vez en esa biblia para jurar en 2013 su segundo mandato como vicepresidente estadounidense, una ceremonia en la que también le prestó juramento la juez Sotomayor.
La investidura se celenró con un público reducido debido a los protocolos para evitar los contagios de la COVID-19, y su dispositivo de seguridad fue el más importante de la historia del país, con hasta 25.000 militares desplegados en Washington.
El National Mall, una enorme explanada que va desde el Monumento a Lincoln hasta el Capitolio, estuvo cerrado al público. Aquí es donde cientos de miles de estadounidenses se congregan tradicionalmente para saludar a su nuevo presidente. En cambio, un “campo de banderas” de casi 200.000 pancartas representó a los ciudadanos que no pudieron realizar el viaje.
La policía estadounidenseadvirtió en repetidas ocasiones que las amenazas de nuevos ataques armados por parte de grupos de extrema derecha era reales. Por ello estuvo atenta a posibles disturbios durante este día histórico.
En la tarde de este martes, además, se realizó una ceremonia de homenaje a las víctimas de la COVID-19 en el estanque reflectante del Monumento a Lincoln.
Las autoridades instaron a los residentes de Washington a quedarse en casa para seguir en las cadenas de televisión la ceremonia de toma de posesión del 46° presidente de los Estados Unidos. Se trataba de no correr riesgos con la epidemia de la COVID-19. También hicieron un llamamiento para que la gente no viajara desde otros estados a la capital.
Aunque quisieran seguir la investidura en directo, los ciudadanos de la capital se vieron disuadidos de hacerlo por el gigantesco despliegue de fuerzas de seguridad en la capital. Máximas medidas de seguridad por la invasión del Congreso del 6 de enero por seguidores del presidente saliente Donald Trump, en la que murieron cinco personas.
Protagonismo en la jura de Sonia Sotomayor, la figura más admirada por el Partido Demócrata en el Tribunal Supremo tras la muerte de la juez Ruth Bader Ginsburg. La vicepresidenta electa de Estados Unidos, Kamala Harris, juró su cargo con la ayuda de la juez Sonia Sotomayor, la primera magistrada hispana del Tribunal Supremo de los Estados Unidos.
Se quiso subrayar el momento histórico que ha supuesto la investidura de Kamala Harris, la primera mujer vicepresidenta de Estados Unidos, además de la primera mujer de raza negra y raíces asiáticas que llega a la Casa Blanca.
Por su parte, Joe Biden prestó juramento de su cargo ante el presidente del Tribubal Supremo, el juez de tendencia conservadora John Roberts. El juramento de ambos se basó en repetir la frase de Roberts y Sotomayor, y con la que Biden y Harris se comprometerán a ejercer sus puestos y a defender la Constitución.
Kamala Harris puso la mano encima de dos biblias, como es tradición en Estados Unidos. La primera biblia perteneció a una amiga de la familia de Kamala Harris, Regina Shelton. Y la segunda fue propiedad del fallecido juez Thurgood Marshall, que fue el primer afroamericano que formó parte del Tribunal Supremo y es uno de los grandes referentes de la vicepresidenta electa.
Joe Biden, por su parte, juró sobre la misma biblia que ha utilizado con ese fin durante toda su carrera política: un enorme tomo que es propiedad de su familia desde 1893, y que mide casi 13 centímetros de ancho. El presidente electo se apoyó por última vez en esa biblia para jurar en 2013 su segundo mandato como vicepresidente estadounidense, una ceremonia en la que también le prestó juramento la juez Sotomayor.
La investidura se celenró con un público reducido debido a los protocolos para evitar los contagios de la COVID-19, y su dispositivo de seguridad fue el más importante de la historia del país, con hasta 25.000 militares desplegados en Washington.
El National Mall, una enorme explanada que va desde el Monumento a Lincoln hasta el Capitolio, estuvo cerrado al público. Aquí es donde cientos de miles de estadounidenses se congregan tradicionalmente para saludar a su nuevo presidente. En cambio, un “campo de banderas” de casi 200.000 pancartas representó a los ciudadanos que no pudieron realizar el viaje.
La policía estadounidenseadvirtió en repetidas ocasiones que las amenazas de nuevos ataques armados por parte de grupos de extrema derecha era reales. Por ello estuvo atenta a posibles disturbios durante este día histórico.
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