Francisco quiso que se supiera toda la verdad en el escándalo McCarrick
El papa Francisco ha tenido que vencer muchas resistencias en la Curia para que se conociera toda la verdad sobre la cadena de encubrimiento de los abusos sexuales del excardenal de Washington Theodore McCarrick. Una profunda investigación de dos años que revela episodios oscuros en el pasado durante los papados de san Juan Pablo II y de Benedicto XVI.
Durante 50 años simplemente hubo gente que ocultó lo que sabía. El informe destaca como especialmente gave que tres obispos norteamericanos encubrieron los abusos sexuales del excardenal McCarrick para favorecer su ascenso. Ha tenido que llegar un jesuita a Ciudad del Vaticano ("el Papa que vino del fin del mundo") para destapar el mayor escándalo que ha sacudido a la Iglesia en Estados Unidos. El informe revela también la cadena de omisiones, errores y ocultaciones.
Abusos de conciencia y de poder encubrieron continuos abusos sexuales. Todas las víctimas, desde su época de sacerdote, jamás presentaron denuncia formal.
El informe revela como dato demoledor la forma en que se protegió la "carrera eclesiástica" del sucesivamente obispo auxiliar de Nueva York, obispo de Metuchen, arzobispo de Newark, arzobispo de Washington y, finalmente, cardenal.
Tres obispos del estado de New Jersey ocultaron la verdadera personalidad de McCarrick, entonces arzobispo de Newark, en el momento en que Juan Pablo II estudiaba designarle para la sede de Washington, la más importante del país por la relación con el presidente y el Congreso.
El informe señala que "se sabía que McCarrick había compartido cama con hombres jóvenes en sus residencias como obispo de Metuchen y de Newark". Y también con "seminaristas adultos en una casa frente al mar en la costa de New Jersey".
McCarrick, de 90 años, vive hoy como laico en una comunidad de sacerdotes expulsados. Mantuvo sus mentiras hasta 2017 desafiando a dos papas. La denuncia de un antiguo monaguillo de la archidiócesis de Nueva York por abusos sufridos cuando era menor de edad a comienzos de los años setenta desató un escándalo imparable y de enorme gravedad.
El papa Francisco le expulsó le expulsó primero como cardenal y después como sacerdote. Cuando Bergoglio fue elegido Papa en 2013, McCarrick era un arzobispo emérito y cardenal de 82 años. Estaba en segundo plano pero cuando Francisco empezó a conocer todas las evidencias quiso que se supiera a fondo toda verdad en desafío frontal a la Curia.
Han sdo dos años de una de las investigaciones más profundas en la Iglesia examinando documentos y testimonios en las diócesis de Nueva York, Metuchen, Newark y Washington, la nunciatura en Estados Unidos y todos los departamentos interesados en Ciudad del Vaticano. Se ha recabado el testimonio de hasta 90 testigos con sesiones maratonianas.
El cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, señaló que "lo publicamos con dolor por las heridas que el caso ha provocado a las víctimas, a sus familiares, a la Iglesia de Estados Unidos y a la Iglesia universal". Sin duda este documento abrirá muchas críticas contra los papados de Juan Pablo Ii y Benedicto XVI. Y explicaría también, según algunos vaticanistas, la decisión del papa alemán de dimitir y dar un inédito paso al costado. Sólo el papa Francisco ha conocido las razones de esta denuncia,
Indudablemente el papa Francisco dejará su huella como el pontífice que exigido rendición de cuentas de los obispos y de transparencia ante los fieles y las autoridades. Publicar la historia triste y turbia de Theodore McCarrick y sus encubridores es un grito de Francisco de "nunca más". Un giro inédito pero necesario para la credibilidad de la Iglesia en un mundo de desafíos y cambios brutales.